Cómo mejorar su fibromialgia con la Dieta


La fibromialgia, una enfermedad crónica que causa dolor e hinchazón en más de una docena de puntos en todo el cuerpo, afecta a unos 5 millones de personas. Dado que los médicos aún no están seguros de la causa de la fibromialgia, el tratamiento puede ser frustrante (y con frecuencia se trata de un proceso de ensayo y error). ’Los síntomas de la fibromialgia son sólo un 30% sensibles a los actuales tratamientos farmacéuticos existentes en el mercado’, dice Kathleen Holton, PhD, MPH, autor principal de Posibles vínculos de la dieta en la sensibilización central en la fibromialgia.

Es por eso que muchos pacientes están experimentando por su propia cuenta y riesgo con tratamientos alternativos, incluidos los cambios en la dieta. El cuarenta y dos por ciento de los pacientes con fibromialgia sufrieron un empeoramiento de los síntomas después de comer ciertos alimentos, y aunque gran parte de la investigación está en sus fases preliminares, no hay evidencia de que simples ajustes en la dieta puedan aliviar el dolor de la fibromialgia. Siga leyendo para conocer cinco reglas alimenticias para los pacientes con fibromialgia. Sólo asegúrese de consultar a su médico antes de cambiar drásticamente su dieta.

1. Cargado de vitamina D

Muchos adultos son deficientes en vitamina D, para empezar, pero esta vitamina del sol puede ser vital para los pacientes con fibromialgia. ’La deficiencia de vitamina D puede imitar algunos de los síntomas de la fibromialgia. Todos los pacientes deben ser examinados de esta deficiencia’, dice Holton. Los estudios demuestran que las deficiencias de vitamina D pueden causar dolor muscular y óseo, y aumentar los niveles de esta vitamina difícil de conseguir podría ayudar. Un estudio de 2008 demostró que los pacientes con dolor y con bajos niveles de vitamina D necesitaban casi el doble de dosis de analgésicos que aquellos que tenían los niveles adecuados. Holton recomienda tomar un suplemento, sobre todo durante el invierno.

2. Evite los aditivos

Los aditivos comunes en los alimentos, como el glutamato monosódico (MSG) y el aspartamo, pueden actuar como las moléculas excitotoxinas, un grupo químico que tiene la capacidad de activar las neuronas que aumentan la sensibilidad al dolor. Como anécdota, disminuir estos aditivos puede ayudar, y en un estudio muy pequeño sobre cuatro pacientes se observó que la eliminación del glutamato monosódico y del aspartamo produjo una reducción de los síntomas de la fibromialgia. La investigación está lejos de ser definitiva, pero podría valer la pena probarlo si usted nota que sus síntomas empeoran después de consumir comida china para llevar o demasiadas bebidas en su dieta.

3. Consuma pescados

Los ácidos grasos Omega-3, que se encuentran en los pescados grasos como el salmón, las nueces y la linaza, reducen la inflamación y ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, sus propiedades para reducir el dolor también puede ayudar a pacientes con dolor. Un estudio de 2007 descubrió que después de sólo 3 meses de suplementación de ácidos grasos omega-3, los síntomas como la rigidez matinal y el dolor en las articulaciones, disminuyeron. Aunque este estudio no incluyó a los pacientes con fibromialgia (incluyeron la artritis reumatoide (AR), síndrome del intestino irritable (IBD), y los pacientes con dismenorrea), los resultados son prometedores. Los pacientes con fibromialgia a menudo tienen co-morbilidades como la EII y RA, por lo que los omega-3 puede también beneficiarlos. Trate de añadir el salmón o las nueces a su dieta, o si no le gustan estos alimentos, trate de agregar semillas de linaza.

4. Nada de cafeína

Debido a que la falta de sueño se asocia con la fibrosis, puede ser tentador para llenar el tanque de café para pasar el día. Esto, sin embargo, puede ser un error. ’Algunos pacientes utilizan la cafeína para compensar el no dormir bien, que puede conducir a un problema circular, donde la ‘solución’ de tomar cafeína para mantenerse despierto lo que realmente hace es causar el problema de no dormir por la noche’, dice Holton. Holton recomienda el té verde descafeinado repleto de antioxidantes como una alternativa más saludable.

5. Dieta vegana

Algunos investigadores especulan que el estrés oxidativo puede ser una causa de los síntomas de la fibromialgia. El estrés oxidativo se produce cuando el cuerpo no produce suficientes antioxidantes. La mayoría de las frutas y verduras están llenas de antioxidantes importantes, como las vitaminas A, C y E, que combaten los radicales libres para mantener su cuerpo normalizado. Algunos estudios muestran también que una dieta cruda, vegana puede mejorar los síntomas, pero este tipo de dieta es difícil de seguir para la mayoría de la gente.

Si usted elige comer carne, sin embargo, opte por una pequeña porción de carne procedente de ganado alimentado con pasto. ’Es una excelente fuente de hierro y vitamina B12, dos nutrientes que son muy importantes para mantener saludable el procesamiento del dolor del sistema nervioso’, dice Holton.

Fibromialgia y Alimentación


La fibromialgia es una de las enfermedades más desconocidas.

Más frecuente en mujeres, cursa con síntomas que varían desde agotamiento generalizado a dolor en las articulaciones y muscular.

Unidos  a estos se presentan otros síntomas como la rigidez o anquilosamiento, dolores  de cabeza y cara, trastornos del sueño, dificultad para concentrarse, trastornos  digestivos -dolor abdominal, meteorismo, estreñimiento, diarrea-, problemas  genitourinarios, parestesia -hormigueo y entumecimiento en manos y pies-,  falta de equilibrio, trastornos en las piernas – “síndrome de las piernas inquietas”-,  hipersensibilidad a la luz, sonidos, toques y olores,  alteraciones en la piel -sequedad, manchas, purito-, depresión y ansiedad.

Esta  enfermedad no se puede diagnosticar a través de las pruebas de laboratorio. Los  pacientes que la sufren se realizan radiografías, analíticas de sangre y  biopsias musculares y sus resultados siempre suelen estar dentro de la normalidad.

Los pacientes con fibromialgia suelen presentar un aspecto saludable, lo que dificulta su valoración. Sólo el estudio detallado de sus músculos indicará las  zonas extremadamente sensibles al tacto  llamadas puntos hipersensibles.

Los  síntomas de la fibromialgia se parecen a los de otras enfermedades como el  lupus sistémico, polimialgia reumática, miositis, polimiositis, daño neurológico  ocasionado por la diabetes, enfermedades de la tiroides, tendinitis, bursitis,  síndrome de agotamiento crónico y otros. Es imprescindible descartar éstas  antes de una diagnosis de fibromialgia y su posterior tratamiento.

No  fue hasta hace poco, en el 1992, que la Organización Mundial de la Salud OMS  la reconoció como patología. Es por esto que hay pocos estudios científicos que  estudien sus causas y tratamiento y por lo tanto, elaborar una guía dietética  eficaz basada en la evidencia es actualmente muy difícil.

El  cansancio y el malestar general, el dolor y la ansiedad que padece de forma  crónica el enfermo de fibromialgia afecta en su totalidad a su vida cotidiana y  por lo tanto, afecta también a sus hábitos alimentarios que se suelen ver  alterados -pueden aparecer graves desequilibrios nutricionales y la aparición  de obesidad por la falta de ejercicio físico y mal reparto de las calorías-.

Es  un hecho demostrado que los hábitos alimentarios pueden estar implicados en el  origen de algunas enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, la  diabetes y determinados tipos de cáncer.

Por  lo tanto, una alimentación equilibrada aportará la energía, las vitaminas y los  minerales imprescindibles para mejorar la calidad de vida del enfermo y evitar  la aparición de complicaciones por carencias o excesos.

Una dieta rica en frutas, vegetales y legumbres, rica en  potasio,  cinc, silicio y selenio y pobre en grasas y proteínas de origen animal ayuda a  mantener los músculos y los tendones en buen estado y pueden ayudar a disminuir  la sensación de dolor.

Los  enfermos de fibromialgia deben aportar una ingesta suficiente de calcio a  través de la alimentación e incluso a través de suplementos ya que una baja  concentración de este en sangre es responsable de la aparición de espasmos  musculares.

El magnesio interviene en el proceso de la contracción muscular y su carencia  provoca estremecimientos musculares y calambres además de apatía y debilidad.

Es  frecuente incluir en el tratamiento suplementos de  vitaminas antioxidantes como la vitamina A, C y E para combatir el estrés y  reforzar el sistema inmune.

Fibromialgia: Alimentos recomendados.

Alimentos Alcalinizantes

  • Ricos en potasio, calcio, magnesio y sodio: lechuga,  las endibias, la escarola, el perejil,  el plátano, el mijo, las almendras, el maíz o las castañas.
  • Ricos en  ácidos grasos omega 3: pescados  azules, aceite de linaza, de cánola, de nuez, de soja, de germen de trigo y de  avellana.
  • Ricos en antioxidantes, calcio y ácidos grasos omega 3: frutas  frescas, frutos secos y semillas, manzana, pera,  almendras, avellanas, sésamo, etc. Contrariamente a lo que se piensa, las  frutas ácidas –el limón, por ejemplo- no suelen ser acidificantes, ya que su  digestión deja como residuos minerales alcalinos.
  • Ricas en calcio, vitamina  C, ácido fólico y betacarotenos: Verduras y  hortalizas: zanahoria, cebolla, apio, col, etc.
  • Ricos en selenio, vitaminas del  grupo B y fibra: Cereales  integrales: trigo, avena, centeno, etc.

La soja y  sus derivados aportan proteínas, calcio, hierro,  yodo, magnesio, potasio, fósforo, ácido fólico y  vitaminas del grupo B.

  • Ricas en calcio, magnesio y otros  oligoelementos que facilitan su la absorción: Algas.

Fibromialgia: Alimentos desaconsejados.

Alimentos Acidificantes

  • Ricos en fósforo, azufre y cloro. Entre los más destacados están los  que contienen aditivos y edulcorantes, las harinas refinadas, las conservas,  etc.
  • Ricos en  oxalatos: espinacas, acelgas,  remolachas, etc.
  • Ricos en  grasas saturadas: carnes grasas, embutidos, mantequilla, lácteos enteros, etc.
  • Ricos en  purinas: vísceras, carnes rojas  y  mariscos.
  • Vegetales  solonáceos -contienen solanina, una toxina  que actúa sobre los enzimas formadores de los músculos aumentando la  inflamación y causando dolor-: tomate, patata, pimiento, berenjena, etc.
  • El alcohol,  la cafeína, la sal y los azúcares refinados.

Cuando  hay acidosis por el abuso de estos alimentos aparecen síntomas como la falta  crónica de energía, sabor agrio y viscoso al despertar, propensión a la fatiga  y el frío, mayor tendencia a la depresión,  encías inflamadas y sensibles, caries, cabello sin brillo y su caída, piel seca  y agrietada, uñas frágiles y quebradizas, calambres y espasmos musculares,  problemas osteoarticulares, aumento en el depósito de cristales en las  articulaciones y su inflamación, propensión a sufrir infecciones y músculos  doloridos.

Consejos para una alimentación  saludable:

  • Fraccionar la  ingesta diaria en 4 o 5 comidas para un buen reparto de las calorías.
  • No saltarse  ninguna comida ni “picar” entre horas.
  • Comer en un  ambiente relajado, sin prisas.
  • Aumentar el  aporte de fibra alimentaria a través del consumo de un mínimo de 5 raciones diarias de  verduras y frutas. No abusar de  los alimentos más flatulentos en caso de meteorismo: legumbres, col, coliflor,  coles de bruselas, alcachofas, nabos, cebolla y manzana cruda, melón, sandía,  chocolate, frutos secos y setas.
  • Optar por  carnes blancas (pollo, pavo, conejo) y pescados (mínimo dos veces a la semana  pescado azul) frente al abuso de las carnes rojas o muy grasas.
  • Utilizar  cocciones ligeras como el horno, la plancha, el vapor, el papillote o el  hervido y limitar las más grasas (fritos, rebozados, empanados) a ocasiones  especiales.
  • Reducir el  aporte de azúcares refinados presentes en caramelos, pasteles, azúcar de mesa,  bebidas azucaradas, etc. y aumentar el consumo de los azúcares complejos  presentes en los cereales, legumbres y patatas.
  • Utiliza como  fuente principal de grasas el aceite de oliva virgen.
  • Bebe  suficientes líquidos (alrededor de 2 litros diarios).
  • No consumas alcohol.
  • Mantente en un  peso adecuado.
  • Realizar  ejercicio físico moderado y adaptado a tus características personales

Tratamiento Nutricional de la Inflamación


              La inflamación es un estado de crisis del organismo que puede ir acompañado de todos o varios de los siguientes síntomas: dolor, enrojecimiento, aumento de la temperatura o edema. La inflamación puede afectar a un órgano, tejido o puede ser de carácter generalizado como por ejemplo cuando tenemos una fiebre alta, se considera entonces que hay una inflamación sistémica de todo el organismo.

La medicina convencional considera cualquier tipo de inflamación como una enfermedad en si misma que hay que suprimir con   antibióticos, cortisona u otro tipo de drogas sintéticas. Nuestra reacción normal, la que nos han acostumbrado es que si tenemos fiebre la intentaremos bajar y si hay dolor queremos que desaparezca. Pero la fiebre ayuda a que se acelere el metabolismo, se ha observado que por cada cuatro grados centígrados que sube la temperatura las reacciones químicas se multiplican por dos. Todos los mecanismos relacionados con la eliminación de toxinas del organismo se aceleran cuando se eleva la temperatura aunque nosotros no sintamos que este proceso sea beneficioso en el momento.

Según los principios de la medicina natural, la inflamación es una reacción del organismo que tiene lugar con el objetivo final de eliminar toxinas que se encuentran alojadas en las células y tejidos entorpeciendo el funcionamiento del metabolismo. Al ser la inflamación un proceso de desintoxicación del organismo y de limpieza no nos conviene eliminarla completamente a no ser que la misma inflamación ponga en peligro los tejidos como por ejemplo en una infección de oído en la que se puede dañar el tímpano o una infección de riñón u otro órgano delicado.

Por esta razón, las terapias alternativas consideran que la inflamación no debe suprimirse con drogas sino suavizarse dejando que cumpla su función ya que tiene un efecto sanador sobre el organismo. Algunos lectores se preguntaran si la artritis o la fibromialgia, ambos procesos inflamatorios, tienen también un efecto positivo sobre el organismo. En estos casos el cuerpo está intentando eliminar toxinas pero no lo consigue ya que no tiene la energía vital suficiente y la inflamación se vuelve de carácter crónico.

Hay diversas terapias alternativas como la homeopatía, la acupuntura o la fitoterapia que utilizan remedios que calman la inflamación a corto plazo y evitan que dañe algún órgano o tejido pero sin suprimirla. La nutrición usada adecuadamente calma la inflamación tanto crónica como aguda a largo plazo, es decir no tiene un efecto tan inmediato como puede ser los antibióticos o incluso la homeopatía. Se debe utilizar como ayuda en una crisis para calmar la inflamación, ayudarla a que cumpla su propósito y evitar que vuelva a reaparecer en un futuro. Una dieta antinflamatoria junto con una suplementación adecuada favorecen los mecanismos normales a los que el cuerpo humano recurre en momentos de crisis inflamatoria. Si la dieta no favorece estos mecanismos cualquier otro remedio que utilicemos ya sea homeopático o convencional va a resultar mucho menos eficaz.

Prostaglandinas

Nuestro organismo está preparado tanto para producir una inflamación cuando lo considera necesario como para reducirla y calmarla. Las prostaglandinas son sustancias parecidas en su estructura a las hormonas que regulan la actividad de las células diariamente y entre otras funcionas controlan los procesos inflamatorios. Unas prostaglandinas afectan el tono muscular de las arterias, disminuyen la presión sanguínea o reducen el agregamiento plaquetario. Otras tienen efectos opuestos y existe un delicado equilibrio entre estos efectos el cual determina nuestro estado de salud. Es decir la dieta tiene que favorecer un equilibrio entre los distintos tipos de prostaglandinas para que no exista un efecto demasiado pronunciado de un determinado tipo. Las prostaglandinas se fabrican a partir de los ácidos grasos esenciales presentes en los alimento. Es muy importante que la dieta tenga un equilibrio entre los distintos tipos de ácidos grasos esenciales para que haya un estado de salud óptima.

Hay 30 prostaglandinas diferentes que se agrupan en tres familias o series dependiendo de qué ácido graso proceden. Las prostaglandinas de la serie 1 y 2 provienen de los ácidos grasos de la familia omega 6. Se forman a partir del ácido linoleico presente sobre todo en las semillas de girasol, las semillas de calabaza, los frutos secos, la soja y el sésamo. Nuestro cuerpo transforma al ácido linoleico (LA) en ácido dihomo- gamma linoleico (DGLA) y después en ácido araquidónico (AA). Las prostaglandinas de la serie 1 se fabrican a partir de del DGLA y son antiinlamatorias y las prostaglandinas de la serie 2 a partir del ácido araquidónico (AA) y son proinflamatorias. El ácido araquidónico se puede fabricar a partir del ácido linoleico como base pero también se ingiere en la dieta ya que está presente en la carne y en los alimentos de origen animal.

Las prostaglandinas de la serie 3 provienen de ácidos grasos de la familia omega 3 con el ácido alfa-linolénico (LNA) como el ácido graso inicial. El ácido alfa-linolénico se encuentra en el aceite de lino, el aceite de cártamo, las nueces y los vegetales de hoja verde. Nuestro organismo transforma el LNA en ácido eicospentaenoico (EPA), que también se puede ingerir en la dieta ya que se encuentra en los pescados azules como el salmón, la trucha, el atún o las sardinas y en algunas algas. Las prostaglandinas de la serie 3 o PG3 se fabrican a partir del ácido EPA y son antinflamatorias.

Las prostaglandinas inflamatorias son necesarias ya que la inflamación es un proceso que utiliza nuestro organismo para eliminar sustancias de desecho, pero una vez iniciado nos interesa que haya la menor cantidad posible de estas prostaglandinas para que la inflamación se calme.

Para disminuir la producción de prostaglandinas proinflamatorias de la serie 2 se deberá en primer lugar restringir al máximo la ingesta de carne y de alimentos de origen animal como huevos o productos lácteos. Pero hay que tener en cuenta que los ácidos grasos de la familia omega 6 pueden llegar a convertirse en ácido araquidónico con lo que podrían favorecer la inflamación. Esto no significa que no debamos consumir frutos secos, habas de soja o semillas, todos ellos ricos en omega 6, sino que debemos asegurarnos de que a la vez estamos consumiendo suficientes ácidos grasos omega 3 para que no haya un desequilibrio entre los dos. En un proceso inflamatorio grave será mejor dejarlos de lado por un tiempo. Para aumentar la producción de prostagladinas antiinflamatorias se deberá por otro lado incrementar la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 presentes sobre todo en los aceites de pescado, pescados azules, aceite de lino y vegetales de hoja verde.

Fruta y Verdura

La nutrición terapéutica considera a los alimentos no sólo por su composición nutricional y su bioquímica sino también por su energía vital. Ciertos alimentos como las frutas y los vegetales crudos tienen un mayor poder desintoxicante del organismo. Su uso en una dieta terapéutica para bajar la inflamación no está determinado tanto por los nutrientes que contienen sino por como actúan en relación a la energía vital.

La fruta tiene un fuerte efecto de limpieza de las células y tejidos con lo que si consumimos mucha fruta hará falta que nuestros órganos de eliminación como son el intestino o el hígado estén funcionando eficientemente para que podamos eliminar estas toxinas. Si esto no es así se puede agravar o producir una inflamación ya que necesitaremos esa otra ruta para eliminar las toxinas que limpia la fruta. Por ejemplo, el caso extremo sería un ayuno de frutas que produciría tal eliminación de toxinas de los tejidos que agravaría una inflamación ya existente. Las toxinas que limpia la fruta se relocarizarían en el sitio de la inflamación ya que en ese momento esa es la vía que está utilizando el organismo para eliminarlas.

En cambio, los vegetales de hoja verde siempre que estén bien cocinados, ayudan a limpiar la célula pero a la vez también ayudan a la eliminación de toxinas por las rutas normales ya que proporcionan fibra al intestino. Los componentes nutricionales de los vegetales de hojas verde los hacen mas indicados para reducir la inflamación que otros vegetales como pueden ser tubérculos o vegetales de tallo. Su alto contenido en calcio hace que tengan un efecto calmante de la inflamación. Se deben consumir bien cocinados ya que crudos tendrían un efecto mas parecido a la fruta, es decir con un mayor poder de limpieza.

Vitaminas y Minerales

Cualquier función del metabolismo para que sea llevada a cabo eficientemente necesita de vitaminas y minerales. En el caso de un proceso inflamatorio las vitaminas mas necesarias son la vitamina C y E, la vitamina B3 y B6 y el mineral zinc. Estos nutrientes tomados en forma de suplemento, fortalecen el sistema inmunológico, el encargado de manejar un proceso inflamatorio, y favorecen la producción de prostaglandinas antiinflamatorias.

Al proveer al organismo de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales nuestro organismo fabricará las sustancias que necesita para reducir la inflamación en el lugar preciso, en el momento preciso y en las cantidades precisas de acuerdo con sus propias necesidades internas. Hacer las cosas de la manera en que la naturaleza ha programado es mas sencillo y da mejores resultados sin efectos secundarios. Todo lo que tenemos que hacer es alimentarnos de la manera adecuada.

Suplementación Nutricional Anti-inflamatoria

  • Vitaminas   C y E. Ambas vitaminas favorecen el sistema inmunitario y por   tanto tienen un efecto anti-inflamatorio. Se recomienda tomar   de 500 a 1.000mg al día de vitamina C y de 100 a 400 UI   al día de vitamina E
  • Metionina.   Este aminoácido tiene la capacidad de reducir los niveles   de histamina por lo que es especialmente recomendable en los procesos   alérgicos como fiebre del heno o asma. Se recomienda tomar   1.000mg al día repartidos en dos tomas fuera de las comidas.
  • Aloe Vera,   esta planta tiene unos potentes efectos anti-inflamatorios, inmunoestimulantes   y anti-tumorales . En un proceso inflamatorio se recomienda tomar   de 40 a 75 ml al día en ayunas.
  • Bromelina,   es una enzima que se encuentra en la piña. Es conocida   por su capacidad de digerir las proteínas con lo que se   suele utilizar como ayuda digestiva. Sin embargo, la bromelina   tomada fuera de las comidas tiene un efecto anti-inflamatorio   e inmuno-estimulante.
  • Zinc, el   micromineral zinc fortalece el sistema inmunitario y reduce la   inflamación, se recomienda tomar 25 mg al día después   de una comida durante un proceso inflamatorio.

Consejos Generales Para una Dieta Anti-inflamatoria

  • Eliminar   todo tipo de alimentos ricos en ácido araquidónico   sobre todo la carne pero también los lácteos y los   huevos.
  • Reducir la   ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos omega 6, como   los frutos secos, la soja, las semillas de girasol y sésamo.
  • Aumentar   la ingesta de alimentos ricos en ácidos grasos omega 3,   como las algas sobre todo marrones y rojas, los pescados azules   como el salmón, el atún, la caballa, las sardinas   o los boquerones, las semillas de lino y el aceite de lino y de   cártamo. Se recomienda consumir una cucharada diaria de   aceite de lino o de cártamo, tomados en frío.
  • Disminuir   la fruta y los alimentos crudos, sobre todo las frutas ácidas.   Se pueden consumir frutas como pera, manzana o plátano   que tienen un menor poder de limpieza.
  • Aumentar   la cantidad de verduras de hoja verde como espinacas, acelgas,   coles de Bruselas, repollo, berros, canónigos, endibias,   lechuga, perejil, culantro, etc. Estas verduras deberán   consumirse principalmente cocinadas o hervidas al vapor. Se recomiendan   en una dieta anti-inflamatoria por su efecto calmante y desintoxicante.
  • Aumentar   la ingesta de alimentos ricos en vitamina C y E pero que se ajusten   a las anteriores recomendaciones. Por ejemplo, la vitamina C la   encontraríamos en el pimiento rojo, pimiento verde, guisantes,   coles de Bruselas, brécol, repollo o boniato. Alimentos   ricos en vitamina E serían el pan integral, los cereales   integrales, el aceite de germen de trigo y el aceite de oliva.
  • Aumentar   la ingesta de alimentos ricos en zinc que se ajusten a las anteriores   recomendaciones, como el marisco, el salmón o el germen   de trigo.
  • Incrementar   el consumo de agua mineral o desclorada a al menos un litro y   medio al día, esto favorecerá la eliminación   de productos de desecho que agravan la inflamación.

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