Coordina: Esperanza Torres Serna, psicóloga, musicoterapeuta y especialista del Método GIM
En el Instituto Música Arte y Proceso estamos trabajando con personas afectadas de fibromialgia aplicando la técnica de musicoterapia de Imagen Guiada con Música (GIM) con el fin de demostrar la eficacia del uso de esta técnica de musicoterapia receptiva en esta población, y con ello mejorar su calidad.
La técnica de Imagen Guiada con Música (GIM) es un modelo de trabajo terapéutico creado en la década de los 60 por la musicoterapeuta Helen Bonny con una concepción humanista de la persona y de la patología.
Este proceso terapéutico que utiliza la música favorece la atención y percepción corporal de modo relajado, la aceptación y vivencia de emociones,la exploración de experiencias, recuerdos, etc. reprimidos, no expresados o desconocidos así como la valoración de las propias capacidades para enfrentarse a situaciones.Con ello es posible aumentar el propio potencial, reforzar la autoestima y mejorar el conocimiento de si mismo.
La aplicación de este método en el Instituto Música Arte y Proceso, llevado a cabo por la psicóloga, musicoterapeuta y especialista en BMGIM, Esperanza Torres Serna busca probar la eficacia de este método terapéutico con música para aliviar los síntomas físicos y psicológicos de las personas afectadas de fibromialgia, ya que aborda de modo cálido, no invasivo y placentero la integración de cuerpo-mente-espíritu.
Esto permite trabajar en distintas capas de profundidad, en función de las necesidades del cliente y su disposición en el momento presente. Algunos de los beneficios concretos que se quieren demostrar empíricamente son:
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Disminución de la percepción del dolor
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Aumento de la capacidad de relajación y autocontrol
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Disminución del nivel de ansiedad
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Aumento de intereses y motivaciones externas (y consecuentemente disminución del foco de atención centrado e el dolor y/o enfermedad)
Asimismo podrá probarse otros efectos psicológicos como son mejora en la expresión emocional, mejora en la aceptación de los procesos vitales y de cambio de situaciones personales, laborales y familiares, mayor conocimiento de uno mismo, aumento de la capacidad de cuidarse y responsabilizarse de uno mismo. Todos nosotros sabemos reconocer cuándo una canción nos parece «alegre» o nos parece «triste». Generalmente asociamos nuestro estado de ánimo a la melodía de numerosas obras de todo tipo. Pues bien, precisamente la musicoterapia recurre a estas melodías como método para curar o reducir diversos problemas de salud.
La idea de base es reconocer que gran parte de las enfermedades tienen su origen en el cerebro, quien luego transmite a una parte del cuerpo un estímulo determinado que reproduce una enfermedad. Con la musicoterapia se intenta hacer llegar al cerebro unos estímulos que le lleven a una relajación o anulación de los que reproducen la enfermedad a través de diversas melodías con las que se pueden conseguir efectos sorprendentes.
Aunque la musicoterapia ya se conoce desde la antigüedad, en los años 40 de nuestro siglo se utiliza como rama de medicina recuperativa, que con efectos fisiológicos, afectivos y mentales, contribuyendo a un equilibrio piscofísico de las personas. Hoy en día se aplica fundamentalmente en desequilibrios nerviosos, influye positivamente sobre el corazón y pulmones, alcoholismo, drogas y como prevención de suicidios, aunque todavía es necesario profundizar mucho más en el tema. El esquema básico de trabajo en esta disciplina contempla tres aspectos: la interacción positiva del paciente con otros seres, la autoestima y el empleo del ritmo como elemento generador de energía y orden. La musicoterapia actúa como motivación para el desarrollo de autoestima, con técnicas que provoquen en el individuo sentimientos de autorrealización, autoconfianza, autosatisfacción y mucha seguridad en sí mismo. El ritmo, elemento básico, dinámico y potente en la música, es el estímulo orientador de procesos psicomotores que promueven la ejecución de movimientos controlados: desplazamientos para tomar conciencia del espacio vivenciados a través del propio cuerpo.
La herramienta sonora más poderosa según muchos terapeutas del sonido es el canto de armónicos. A través de nuestras propias voces, podemos proyectar a la parte enferma la frecuencia de resonancia correcta, y devolver su frecuencia normal. Según Jonh Beaulieu, la entonación de armónicos afecta incluso al flujo de la kundalini de las tradiciones místicas. Tema muy relacionado con los mantrams tibetanos realizados para limpiar los chakras y despertar su energía para alcanzar la iluminación.
Aquí os dejamos una lista de obras clásicas y su virtud por si os interesa:
Insomnio:
Nocturnos de Chopin (op. 9 n.º 3; op. 15 n.º 22; op. 32 n.º 1; op. 62 n.º 1)
Preludio para la siesta de un Fauno de Debussy
Canon en Re de Pachelbel
Hipertensión:
Las cuatro estaciones de Vivaldi
Serenata nº13 en Sol Mayor de Mozart
Depresión:
Concierto para piano nº5 de Rachmaninov
Música acuática de Haendel
Concierto para violín de Beethoven
Sinfonía nº8 de Dvorak
Ansiedad:
Concierto de Aranjuez de Rodrigo
Las cuatro estaciones de Vivaldi
La sinfonía Linz, k425 de Mozart
Dolor de Cabeza:
Sueño de Amor de Listz
Serenata de Schubert
Himno al Sol de Rimsky-Korsakov
Dolor de estómago:
Música para la Mesa de Telemann
Concierto de Arpa de Haendel
Concierto de oboe de Vivaldi
Energéticas:
La suite Karalia de Sibelius
Serenata de Cuerdas (op. 48) de Tschaikowsky
Obertura de Guillermo Tell de Rossi
Fuente:Juan José Lopera Médico y Terapeuta (Sintergética, Musicoterapia y Sanación)
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